Cuando se cruza el arco de la puerta de Almodóvar las tentaciones se muestran. El Malacara. Rubio, Bravo, pero si se resiste un poco en un instante nos encontramos con la Taberna Salinas, un pequeño rincón, una barra efímera, unas llaves que parecen las del paraíso pero sobre todo el rumor de platos, vasos y ese olor a la Córdoba mas eterna.
Dentro de la pequeña barra convive la amabilidad y el rápido trasiego de copas de buen vino de Montilla. Este vino procede de una bodega de reciente creación, el Lagar Blanco de Miguel Cruz, Enologo, Cofrade del vino de Montilla. El fino Lagar Banco criado en botas de roble por el tradicional sistema de criaderas y soleras. Es un vino elaborado con uva Pedro Ximenez sin alcohol añadido, seco, pálido y fragante con suave y delicado sabor. Ideal para acompañar todo tipo de tapas.
Y la verdad es que si los Boquerones en vinagre quitan el sentido, el salmorejo es suave y fresco como un buen salmorejo tiene que ser y si el pan de telera esta bueno los palillos de pan de San Pancracio son exquisitos. El trato del encargado de la barra es profesional y atento, pendiente de los clientes en todo momento. Por cierto las patatas pobres, con pimientos y berenjenas, "chapó".
Pasar por el Arco de la Puerta de Almodóvar sin hacer una parada técnica en Taberna Salinas es como estar en el patio de los naranjos de la mezquita y no apreciar el aroma de azahar. Bajo mi punto de vista es un lugar muy recomendable, solo basta con observar las caras de satisfacción de los clientes en general. Un lugar para volver.